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Extracto:Existen factores que pueden llevar a escenarios no deseados
El Banco de Inglaterra elevó su tasa de interés referencial en 25 puntos base a 0.5%. La tendencia es todavía bullish para la siguiente junta ya que 4 miembros del comité de política monetaria habían votado por un incremento de 50 puntos base.
Por otro lado, el Banco Central Europeo sigue en línea con los anuncios de diciembre acerca de la reducción de la compra de activos y la estabilidad de las tasas de interés. La probabilidad de una subida a las tasas de interés es reducida para el 2022 en vista del último comunicado de prensa. Por el momento, no hay urgencia alguna ya que la tasa de inflación subyacente es moderada y solo ligeramente por encima de la meta del BCE de 2%.
En tanto, la Reserva Federal de EEUU está acelerando la implementación de una política monetaria restrictiva. El fin del programa de compra de activos específicamente para la pandemia llegará en marzo, la primera subida de tasas ocurrirá al mismo tiempo y posteriormente en junio, el banco central empezará a reducir el volumen de su hoja de balance.
Acciones monetarias según el contexto
Los bancos centrales enfrentan diferentes situaciones y por lo tanto reaccionan de formas específicas.
El punto de partida es el plan de estímulos de Biden y la distribución de dinero “helicóptero” en marzo del 2021 por medio de la Casa Blanca.
La consecuencia en EEUU es un aumento excepcional en el precio de los bienes no energéticos. En la zona euro, la ausencia de un estímulo similar no causa las mismas tensiones.
Además, el gran mercado europeo permitió ajustes sin excesivas tensiones. En el Reino Unido, el incremento salarial durante la recuperación fue extenso y los precios ahora se están normalizando.
La tasa de inflación fue de 5.4% en diciembre y el Banco de Inglaterra espera una marca cercana al 7.5% en la primavera. Los británicos están pagando el precio de su aislamiento con un mercado laboral que ya no es tan competitivo o tan abierto como lo fue una vez.
La consecuencia de estas tres situaciones en particular es una gran divergencia en el precio de los bienes (excepto la energía); bastante fuerte en EEUU como resultado de la espectacular recuperación, significativa en el Reino Unido debdo al aumento en los salarios, pero moderada en la eurozona ante la ausencia de recuperación y con un virtuoso ajuste global.
Debido a estos datos y a la fuente del impacto que resultó de los estímulos de EEUU, es normal que las políticas monetarias no sean similares.
No sería deseable para el BCE restringir el mercado interno de la eurozona ante la ausencia de tensiones adicionales. Por otro lado, los estadounidenses y los ingleses se ven forzados a hacer esto para reducir las tensiones existentes. Para el BCE es por tanto legitimo mantener las tasas de interés bajas y no endurecer su estrategia monetaria más allá de los elementos meramente ligados a la crisis sanitaria.
A pesar de estas diferencias en los escenarios macroeconómicos, la tasa de inflación es muy elevada en todas partes. De todos modos, los bancos centrales no tienen un impacto directo en el mercado de la energía. Esto es por lo que se muestran renuentes a reaccionar.
En el caso de la eurozona, endurecer la política monetaria implicaría someterse a condiciones financieras más estrictas para los actores económicos sin que haya impacto alguno en los precios de la energía.
Sin embargo, si los bancos centrales no hacen nada, alientan a los actores económicos a adoptar expectativas de inflación más elevadas. Esto conllevaría a una prima inflacionaria que incrementaría la tendencia de los salarios o en la de las tasas de interés a largo plazo. Esto podría derivar en una inflación más persistente. Nadie quiere un cambio así porque la economía podría sufrir en el corto plazo.
Este es el dilema de los bancos centrales: En EEUU y Gran Bretaña, los precios de los sectores no energéticos van aumentando como lo hemos mostrado, por lo que se justifica que las instituciones monetarias endurezcan su postura. En la eurozona, este no es el caso, pero el BCE no desea un cambio profundo en las expectativas y se verá forzado a actuar si la inflación no se revierte rápidamente. Seguramente lo hará porque nadie controla hoy el mercado de la energía y es el precio de este sector el que decide la tasa de la inflación. El riesgo es causar una recesión en los países occidentales.
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